Mi experiencia no me permite hablar más allá del sector, pues nunca he oído que nadie «colabore de camarero», por dar un ejemplo. Pero en todo lo referente al mundo online, blogs, webs y demás parafernalia, existen un par de palabras mágicas que, tras años y años de explotación, han visto su significado primario prostituido para pasar a ser un ente cuyo parecido con el original es pura coincidencia.
Una de estas palabras mágicas es sin duda alguna «colaborador». No importa si encontramos una oferta de «Se necesita colaborador», «Buscamos colaborador» o incluso «Busco 1 redactor»… gran parte de estas propuestas de trabajo distan mucho de ser un trabajo pues, si prestáis atención, basta con «googlear» un poco para ver que muchas de ellas no se mojan, y no dicen nada de «No remuneradas».
Y hablando de «no remuneradas», otras víctimas inocentes de este nuevo sistema de explotación son, sin lugar a dudas, los becarios. Esos estudiantes en prácticas que acuden a un portal web con la ilusión de aquel que quiere aprender, de aquel que ansía el puesto de trabajo de sus sueños y en su lugar, muchas veces, tan solo ha sido convocado por la particularidad de ser un empleado gratuito.
Dicho esto, quiero matizar que no todos los gatos son pardos, ni mucho menos, las colaboraciones existen desde hace mucho, y son una práctica muy sana. Enriquecen el contenido de un portal y permiten al colaborador aprender, coger experiencia e incluso dejar su huella en una gran empresa o marca. Pero, una vez más, argumentos como «No hay dinero», «No podemos sustentar tu contrato» o «Es que me sales muy caro/a» son los que consiguen manchar las acciones de la gente honrada que aun queda en la profesión.