Recientemente he tenido la oportunidad de colaborar con los chicos de Ze[h]n Games con un artículo que hoy me gustaría compartir con vosotros. Un texto sobre una maravilla llamada Ni no Kuni que ha sido escrito a modo de preview, pero con un toque especial que espero sea de vuestro agrado.
Os dejo con un extracto y un enlace para que podáis leer el artículo original:
Ni no Kuni: La herencia artística de Ghibli
Ni no Kuni: la ira de la Bruja Blanca es, sin duda alguna, una de las obras cumbres de esta generación. Un título que no solamente llama la atención porque promete ofrecernos horas y horas de aventuras, sino porque viene de la mano de Level-5 y Studio Ghibli. Si no estáis muy puestos en el tema, tan solo añadir que Level-5 es una desarrolladora de videojuegos third party que cuenta en su catálogo con títulos tan conocidos como Inazuma Eleven, Dragon Quest (VIII y IX) y la saga de El profesor Layton. En cuanto a Studio Ghibli, nos quedaríamos cortos si dijéramos que nos encontramos ante uno de los mejores estudios de animación del momento. En su catálogo, podemos encontrar películas tan reconocidas como Nausicä del Valle del Viento (Hayao Miyazaki,1982) , La Princesa Mononoke (Hayao Miyazaki,1997), Porco Rosso (Hayao Miyazaki,1992) o El Viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki,2001).
Como era de esperar, de la mano de estos dos estudios de renombre nos llega un RPG sorprendente que además cuenta con Joe Hisaishi a cargo del apartado sonoro. El conocido compositor y director de orquesta japonés, que cuenta con más de 100 bandas sonoras a sus espaldas, destaca por su trabajo con Hayao Miyazaki (Studio Ghibli) así como para el director Takeshi Kitano.
El arte hecho videojuego
Desde los primeros compases, ese dulce instante donde uno siente que algo grande va a ser visualizado por primera vez, y por lo tanto va poder disfrutar de los primeros minutos del juego serán más que suficientes para que una pregunta nos ronde por la mente: ¿Estoy realmente en un videojuego?; pues la magia que ha dispuesto el estudio Ghibli en Ni no Kuni nos permitirá imaginarnos que estamos frente a una de sus películas.
La apuesta por acercar dos artes transpira en cada uno de los conceptos artisticos, no solo por la calidad de las animaciones de los personajes, sino por la variedad de los mismos, la originalidad de sus diseños (que no tienen nada que envidiar a los personajes de sus películas) o la espectacularidad de los fondos y escenarios. En Ni no Kuni (Level-5, 2013) todo está cuidado al detalle, no exageramos si decimos que cualquiera de sus escenarios podría ser una acuarela enmarcada, pues sorprende la delicadeza con la que están tratados cada uno de los entornos. Podemos encontrar una tubería rota en una de las paredes que, si observamos durante unos segundos veremos cómo una sutil gota cae al vacío para perderse en un pequeño charco en la acera.
La simbiosis de los gráficos 3D con las texturas 2D, realizadas claramente a mano, nos permite distinguir el trazado del lápiz en alguna de ellas (como las vistas en Villa Cascabel), así como la trama del papel utilizado. La atmósfera que Ghibli ha creado en Ni no Kuni evoca al trabajo del paisajista británico William Turner (1775-1851), un romántico pintor conocido por retratar la fuerza de la naturaleza con el color y el trazo de sus expresivas pinceladas. Los espacios escénicos del título que nos ocupa, al igual que las acuarelas de Turner, hacen uso de la fuerza del color para generar luz capaz de reflejar, en este caso, la esencia de las distintas zonas de la aventura.
Desde la alegre Verbena, la cual recuerdan muy gratamente a los mercados vistos en El Viaje de Chihiro, hasta la cálida Al-Mugid, pasando por la tenebrosa Ciénaga sin retorno o la gélida ciudad de los Polarios, las gamas cromáticas empleadas, junto con la luz y el apartado sonoro, han conseguido evocar en nosotros valores sinestésicos que nos han provocado frío, calor, e incluso, hambre. Al hablar de sinestesia, no podemos evitar dedicarle una mención especial a Joe Hisaishi, quien una vez más ha conseguido acariciar nuestra alma como ya hizo con temas como Summer (El Verano de Kikujiro) o Ever Love (Hana-bi). Hisahisi ha dotado a Ni no Kuni de una rica banda sonora cargada de matices celtas, árabes o imperiales (entre otros muchos), capaz de arrancarnos una lágrima o una sonrisa según lo requiera la escena que estemos presenciando. Un apartado sonoro que no solo acompaña, sino que al igual que pudimos ver en Fantasía (Disney, 1940) es capaz de narrar una historia por sí misma.
Más allá de la experiencia jugable
La experiencia de juego que ofrece Ni no Kuni es algo único. Por un lado tenemos un RPG cargado con la experiencia de Level-5, con un mapa que podremos explorar con total libertad, diversos modos de desplazamiento, misiones secundarias muy variadas, la posibilidad de crear recetas o cazar y evolucionar a nuestros únimos (unas simpáticas criaturas que podremos domesticar para que nos acompañen en nuestra aventura); junto con unas cinemáticas creadas estilo anime bajo la dirección de nada más y nada menos que Studio Ghibli. Todo esto, aderezado con la música de Joe Hisahisi.
Nos encontramos, por lo tanto, ante un título cargado del carisma clásico de los juegos de rol japoneses: aventura en estado puro con unos marcados fines didácticos, donde valores como la amistad, el amor o la naturaleza entran en escena (al igual que ocurre en muchas de las películas de Studio Ghibli). Con todo esto, ambos estudios han conseguido culminar lo que para muchos usuarios ya es el mejor juego de rol japonés de la generación. Por todos estos motivos, Ni no Kuni: la ira de la Bruja Blanca es un título que se presta mucho a ser “jugado pasivamente”, pues no solo consigue embriagar al jugador, sino que su alcance se extiende a todo aquel que esté cerca; así que podéis animar sin temor a vuestros amigos/as, parejas o hijos/as a que se sienten junto a vosotros y compartan la aventura: será como disfrutar de los mejores animes de Ghibli, pero pudiendo elegir dónde ir o con quién hablar.
